martes, 28 de julio de 2009

Un perro andaluz y Surrealista


Un Film escrito por Luis Buñuel y Salvador Dalí en 1929, que se instala como el fiel reflejo del Surrealismo. Creemos que es un cortometraje que no podemos dejar de ver.


Una obra totalmente incoherente, sin relaciones de espacio y tiempo, sin una definida línea narrativa, con un amorfo argumento que no hace mas que entregar imágenes y formas sueltas que no se relacionan unas con otras o por momentos si pero siguen sin contar nada en general. Esto es “Un perro andaluz” dirigida por Luis Buñuel y escrita por la conjunción de un sueño suyo con uno de Salvador Dalí.

Este cortometraje de 17 minutos forma parte de un movimiento artístico llamado surrealismo. Esta vanguardia surge en la década del 20 de la mano del poeta André Breton.

Quien intrigado por las teorías de Sigmud Freud y pasando anteriormente por el movimiento Dadaísta, escribe en 1924 el primer manifiesto surrealista.

Surrealismo: "sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral." Este párrafo del manifiesto nos resume la búsqueda de la verdad que posee todo artista que pertenece a este movimiento. Intenta dejar de lado todo tipo de razonamiento en función de la obra. Se nutre de lo ilógico, del automatismo de imágenes o palabras, de los sueños.

Por todo lo dicho, tratar de hacer un análisis demasiado lógico de este film sería caer en la estupidez de querer encontrar distintas lecturas en la obra, que quizás ni los propios creadores tuvieron en cuenta a la hora de escribir el guión.

En conclusión esta obra merece ser vista aunque sea con la intención de destruirla, y teniendo en cuenta que la irracionalidad, locura, incoherencia, idiotez o como gusten adjetivarla es parte de su esencia. Si buscan lógica lean Aristóteles.

Un Hombre afila una navaja luego una nube le corta la visión de la luna, y él le corta el ojo a un mujer. Una mano por la cual salen hormigas. Una mujer atropellada en el medio de una calle. Un hombre remolcando pianos, animales muertos y hombres atados. Luego incrustado de pañuelos. Dedos que se transforman en armas. Puertas que abren nuevos escenarios. Cuerpos muertos clavados en la arena. Y una caja de madera que se va mechando durante todo el corto. El sueño de Luis Buñuel, el sueño de Salvador Dalí plasmado en un cortometraje audiovisual.

Nicolás Barbaglia. MIRA EL CORTOMETRAJE AQUI

lunes, 20 de julio de 2009

El perezoso y la elefanta blanca


Una lectura sobre un cuento de Felisberto Hernández, escrito en la década del 50, "La casa inundada" creemos que es un cuento que no se puede dejar de leer.


Ya desde las primeras palabras el narrador-autor nos señala el ingreso a un mundo de predominio subjetivo: “De esos días siempre recuerdo…”. A la disposición de los recuerdos debe sumársele el escenario de agua, una casa que su dueña - la señora Margarita- mando a inundar. Casa donde el narrador se dispone a escuchar la historia que ésta tiene para contarle.

El cuerpo de Margarita, grueso, inmenso y desbordante fluye en el agua como una metáfora del relato, donde las cosas y demás seres vivos -“… la otredad vertiginosa…” como escribió Cortázar en su prólogo a La casa inundada- son sujetos de experiencias susceptibles, y donde cada uno – los personajes, las cosas, las plantas, etc.- tiene algo que decir. Como señala el narrador “… las cosas se miraban entre ellas como para rechazarme”.

Dicotomía extraña, del cuerpo de Margarita se desprenden dos señoras tan reales como las preferencias del narrador: “... y si ahora dejo libre mi memoria se me va con esta primera señora Margarita; porque la segunda, la verdadera,… tuvo una manera extraña de ser inaccesible.” Él prefiere a la primera señora porque es a la que tiene acceso; y este acceso es posible porque esta señora es producto de una serie de “sospechas” que él carga sobre un cuerpo del que solo conoce su parte material. La otra señora “… la verdadera…” la que “… estaba llena de una sublimidad extraña” es una mujer excéntrica que ha encontrado en el agua un lugar donde contemplar y cultivar sus pensamientos y recuerdos.

A su vez la señora Margarita ha hecho su propia construcción mental del protagonista de acuerdo a los cuentos que ha leído de éste, “Usted no es como yo lo imaginaba… siempre me pasa eso. Me costará mucho acomodar sus cuentos a su cara.” El narrador es un escritor de perfil abúlico, un perezoso, un “sonámbulo de confianza”, que se siente profundamente atraído por Margarita. Atracción que rodea como una sombra el marido muerto de la señora, y que a su vez jamás logra concretarse. Deseo que el narrador inequívocamente siente por “su” señora Margarita; la otra, la inaccesible, el narrador sabe que jamás la encontrara “plenamente”.

Atmósfera de ensueño, el recorrido del narrador por cada momento en el que ha estado en la casa es una confusa disposición de pensamientos y recuerdos; detrás de cada cosa parece esconderse la revelación de un misterio que nunca logra articularse. Las budineras con velas encendidas, ceremonias rituales que la señora brinda al agua -su “velorio” como cree su sirvienta-, es un ejemplo de los límites donde lo real y lo imaginario se entremezclan, mientras el narrador jamás se extraña ante situaciones que injustamente podríamos llamar absurdas.

Considerado por Cortázar en un su prólogo como “un increíble enriquecimiento de la realidad total” este cuento de Felisberto Hernández nos abre las puertas a aquel mundo desconocido que negamos día a día y que esta ahí al alcance de nuestras manos.

Guido Kalle Angelillo. LEE EL CUENTO AQUI